martes, 26 de agosto de 2014

Primera Ida al veterinario

cuando decidí buscar por un nuevo método de alimentar a los gatitos encontré una pequeña veterinaria y me encontré a un excelente doctor que, sin cobrarme, me dio una receta para una fórmula y me vendió una mamila especial para cachorro. Me sentí aliviada y corrí por los ingredientes.

(olvidé poner el huevo porque ya lo había utilizado)
  • Un tercio de biberón es té de manzanilla
  • Le puse 3 mililitros de clara de huevos
  • Una pequeña cucharadita de miel
  • Y el resto de leche clavel (Carnation)

Pongo la fórmula esperando que alguien que esté en la situación tenga acceso a esta información y le pueda ser útil.

Finalmente, intenté servirle a uno de los pequeños y nuevamente me lo rechazó. Entré en pánico, cómo casi no se me da ¡Já!, y llevé mi cajita de gatitos con el doctor.

¡Buenas noticias!
Los gatitos están bien, no tienen problemas de evacuación, están nutridos y su corazón funciona bien y la gran sorpresa; no son tan chicos como pensé. Ayer uno de ellos abrió sus ojitos indicando que ya tienen al rededor de dos semanas.

Y nuevamente, no me cobró. ¡Eso es amor a la profesión! Le estoy completamente agradecida.
Aún los obligó a comer y creo que es más fácil con su biberón. Desde ayer me estoy percatado de las distintas personalidades de los gatitos y son encantadores.



Los gatitos después de su visita al doctor

Segundo día; ¡Qué caos!

Cómo era de imaginarse, no pude dormir en la noche. Seguía pensando que se me morirían de frío o hambre. Cada determinado tiempo (pueden ver las alarmas de mi celular) iba a revisarlos y en ocasiones a forzar un poco de comida en sus bocas. Son muy caprichosos y no quieren comer.
Además de esto, cambiaba sus botellas de agua caliente para mantenerlos a su temperatura, y yo moría de calor.

Cada que me acostaba a dormir tenía dos inquietudes; quería ver que estuvieran bien pero tenía miedo que al acercarme a su caja encontrara uno, o todos, muertos.

Pero la noche fue un éxito. Mis tres gatitos sobrevivieron ¡Un gran alivio! Pero había otro detalle. Los cachorros tenían hambre pero me escupían la comida.


Hasta ahora había estado usando una jeringa y diferentes fórmulas. La primera, tomada de internet, era:
  •  leche deslactosada
  • Una yema de huevos
  • Crema
En principio, los gatos estaban muuuuuy mal y lo tomaron. Empezando con el gatito que pensaba estaba muerto, lo tomó y empezó a moverse más pero comenzaron a escupir aquello en las siguientes tomas simplemente al olor comenzaban a rasguñar y voltear su rostro. Opté por darles leche deslactosada sola e igualmente la rechazaban, pero logré forzarlos durante la noche para que la tomaran. En la mañana ya no lo logré y es cuando comencé a entrar en pánico. Abrí un. Yakult y no logré que lo tomaran. Uno de ellos maullaba mucho y succionaba mi brazo así que asumí que estaba hambriento pero no comía así que salí a la calle, en pánico, a conseguir algo mejor. Al menos algo que reemplazara la jeringa.

lunes, 25 de agosto de 2014

¿Cómo fue que me quedé de madre sustituta?

Días atrás había escuchado unos tiernos "miau" cerca de mi casa, salí a investigar y no había nada. Supuse que un gato callejero había pasado y decidí dejarlo pasar. Ayer, mientras mi hermano intentaba podar unos árboles encontró el nido de una madre, con ojos verdes, cara negra y cuerpo gris y lo que pensabamos era un solo gatito. 


Todos decidieron dejarlos en paz, pero yo no podía dejarlo así. Así que regularmente veía el nido de la gata para ver cómo estaban los bebés y la recién parida. Poco a poco me fui dando cuenta de algunas cosas. Ahora contaba dos gatos, uno parecía muerto. Tenían los ojos cerrados así que no podían tener más de la semana y, lo peor, la madre se iba mucho. Intenté atraerla con comida para que no fuera en búsqueda de más y no los abandonara y así lo hice todo el día, para que alimentara a los chiquitos y les diera el calor que necesitaban ya que, comenzaba a hacer frío y llover.

Al observarlos me fui dando cuenta que aquella les daba la espalda y hasta los empujaba cuando buscaban alimentarse y pensé que la gata tal vez estaba enferma. Me fui acercando cada vez más, ganandome la confianza de la gata pero, a pesar de ver la comida, a veces solo salía del nido, aunque fuera a dar vuelta en las otras plantas.

Hoy, me encontré con lo que me temía, el nido vacío y los cachorros llorando. Esperé un rato a ver si llegaba. Sigo en frente de la ventana esperandola.
Decidí tomar acción y no dejar que se murieran de frío. Los puse en una caja con unas telas y dscubrí que eran tres pequeños, afortunadamente, vivos. Les puse una botella de agua caliente y deseé que no tuvieran frío.

Después de ese gran paso, me enfrentaba al más grande reto;

Alimentarlos